En la sesión de la tarde, después de un nutricional almuerzo y una siesta de “recuperación”, estábamos como nuevo para seguir digiriendo nueva información.
Nuestro Comandante, en tono reflexivo comenzó diciendo: Todos tenemos un propósito en la vida, lo que nos sucede, en algunos casos, es que no lo sabemos, no lo hemos descubierto, o no ha sido tema aún en nuestras vidas. Pero que se tiene un propósito, claro que se tiene. El propósito es como el corazón de nuestro cuerpo, es como el motor de nuestra nave, es una parte que debe existir, porque de lo contrario las condiciones de sobrevivencia son bajas.
Haciendo una pausa continuó: Se debe tener conciencia de este motor, caso contrario nuestras vidas son como las aguas que no van a ningún lado. Si no circulan y continúan estancadas se echan a perder y finalmente no sirven para nada. Como se les denomina a las aguas detenidas, son “aguas muertas”.
Con un tono aún más profundo, recalcó: El propósito es la razón de existir y debe tener ese sentido de vida que nos inyecta la energía necesaria para hacer mover nuestra nave. Es la energía interna que nos hace ser más potencial y por supuesto nos hace disfrutar de la vida. De alguna manera nos da respuesta sobre el por qué de nuestro viaje, nos indica el por qué de nuestra existencia. Un propósito significativo nos permite el entusiasmo y aún más el compromiso, que son las materias primas para la felicidad.
Se detuvo, se quedo en silencio, como haciendo recuerdos de su vida y luego nos comentó: Esto sucede en todo orden de cosa, nuestro propósito en la vida nos da el sustento para querer seguir viviendo, es lo que nos genera la energía para alcanzar nuestra visión. Para llegar más lejos, para disfrutar de nuestro viaje.
Recordando que era el Comandante y adoptando una aptitud de tal, mencionó: También, nuestra nave debe tener un propósito, que sea sustentable para seguir en vuelo, que sea estímulo de todos para lograr que el viaje sea una realidad. Por eso es que en los viajes todos tenemos que ser tripulantes, no pasajeros. Tenemos que entender y participar en el descubrimiento de nuestro propósito de viaje. Así lograremos que sea un aventura maravillosa en la que todos estemos entusiasmados de participar y hacer que se una experiencia gratificante que quisiéramos volver a repetir.
De mi experiencia, continuó, es que en cada viaje se crea una nueva misión, porque las personas que constituyen la tripulación son diferentes. Cada persona aporta su perspectiva particular y su voluntad para que el viaje en su conjunto sea una experiencia mágica para todos.
Como un aspecto que había olvidado, se apresuró a comentar: Cada ser humano tiene su propio idioma y en la confección del propósito debe considerase el significado que tienen las palabras para las personas. Caso contrario no se generará el lenguaje común requerido para lograr un entendimiento de todos los tripulantes, que es una condición básica para que las personas lo hagan suyo, y así lograr la sinergia del equipo que benefician el avance de la nave hacia la visión.
Nuestro Comandante, en tono reflexivo comenzó diciendo: Todos tenemos un propósito en la vida, lo que nos sucede, en algunos casos, es que no lo sabemos, no lo hemos descubierto, o no ha sido tema aún en nuestras vidas. Pero que se tiene un propósito, claro que se tiene. El propósito es como el corazón de nuestro cuerpo, es como el motor de nuestra nave, es una parte que debe existir, porque de lo contrario las condiciones de sobrevivencia son bajas.
Haciendo una pausa continuó: Se debe tener conciencia de este motor, caso contrario nuestras vidas son como las aguas que no van a ningún lado. Si no circulan y continúan estancadas se echan a perder y finalmente no sirven para nada. Como se les denomina a las aguas detenidas, son “aguas muertas”.
Con un tono aún más profundo, recalcó: El propósito es la razón de existir y debe tener ese sentido de vida que nos inyecta la energía necesaria para hacer mover nuestra nave. Es la energía interna que nos hace ser más potencial y por supuesto nos hace disfrutar de la vida. De alguna manera nos da respuesta sobre el por qué de nuestro viaje, nos indica el por qué de nuestra existencia. Un propósito significativo nos permite el entusiasmo y aún más el compromiso, que son las materias primas para la felicidad.
Se detuvo, se quedo en silencio, como haciendo recuerdos de su vida y luego nos comentó: Esto sucede en todo orden de cosa, nuestro propósito en la vida nos da el sustento para querer seguir viviendo, es lo que nos genera la energía para alcanzar nuestra visión. Para llegar más lejos, para disfrutar de nuestro viaje.
Recordando que era el Comandante y adoptando una aptitud de tal, mencionó: También, nuestra nave debe tener un propósito, que sea sustentable para seguir en vuelo, que sea estímulo de todos para lograr que el viaje sea una realidad. Por eso es que en los viajes todos tenemos que ser tripulantes, no pasajeros. Tenemos que entender y participar en el descubrimiento de nuestro propósito de viaje. Así lograremos que sea un aventura maravillosa en la que todos estemos entusiasmados de participar y hacer que se una experiencia gratificante que quisiéramos volver a repetir.
De mi experiencia, continuó, es que en cada viaje se crea una nueva misión, porque las personas que constituyen la tripulación son diferentes. Cada persona aporta su perspectiva particular y su voluntad para que el viaje en su conjunto sea una experiencia mágica para todos.
Como un aspecto que había olvidado, se apresuró a comentar: Cada ser humano tiene su propio idioma y en la confección del propósito debe considerase el significado que tienen las palabras para las personas. Caso contrario no se generará el lenguaje común requerido para lograr un entendimiento de todos los tripulantes, que es una condición básica para que las personas lo hagan suyo, y así lograr la sinergia del equipo que benefician el avance de la nave hacia la visión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario