Los viajes encierran esos misterios que presentan las aventuras. Genera una gran dosis de energía en los seres humanos, quizás sea por el entusiasmo y la emoción que despiertan, y claramente también por querer llegar a nuevos horizontes desconocidos, que en la gran mayoría de los casos sólo están en nuestra imaginación o en nuestros sueños.
Les contaré que también... he viajado. Relataré algunos de los maravillosos momentos de uno de los tantos viajes, pero que termino siendo un viaje muy particular. Mencionaré sólo aquellos instantes que se puedan contar. A lo mejor, algún día, contaré también aquellos otros.
Lo que escribiré corresponde a una fantástica travesía que no he olvidado nunca y que ha permanecido latente en mis recuerdos. Tuvimos la oportunidad de embarcarnos en una espectacular nave espacial, en una aventura por nuestro universo. ¡Que bellos!. Que emocionantes y preciosos recuerdos, que espero que ustedes también los disfruten o quizás lo estimulen a embarcarse en sus propias aventuras por la vida. Por algo se dice que sólo somos pasajeros en éste mundo y que siempre estamos viajando o sólo en tránsito de un viaje a otro.
Les contaré de un aspecto que ha quedado marcado a fuego en mi memoria, y que fue la oportunidad de interactuar con el Comandante. Un anciano muy entusiasta y muy elocuente, con la energía y vitalidad de un adolescente.
Parte importante del resultado y de lo mágico que resultó ese viaje fue el hacernos parte de la tripulación, aún cuando nosotros nos considerábamos inicialmente sólo “pasajeros”.
Posteriormente nos confesaría nuestro Comandante, que los viajes para que resulten y lleguen a buen término, todas las personas “embarcadas” deben necesariamente ser parte de la tripulación. No era amigo para nada de los denominados “polizontes”. El nos decía: Los polizontes, si no se convierten en tripulación, deben ser sacados rápidamente para eliminar peso innecesario que sólo hace disminuir la velocidad de la nave.
Desde luego, este mensaje también constituyo un estimulo adicional de querer ser tripulación y no “pasajero”, que dicho sea de paso para nuestro capitán lo de pasajero le sonaba muy cercano a polizonte. Y claro está, no queríamos ser un objeto flotando en el espacio infinito o quedar abandonado en algún planeta desconocido.
Y así les contaré que se inicio nuestra espectacular aventura. Viaje que generó aprendizajes que se han constituido en enseñazas relevantes para mi vida, que me han permitido ser algo más efectivo y sobre todo entender que nuestro Padre Supremo no ha dado la vida para disfrutarla.
En el viaje nos encontramos con muchas sorprendentes sorpresas, algunas fantásticas y otras…que ya les contaré.
Les contaré que también... he viajado. Relataré algunos de los maravillosos momentos de uno de los tantos viajes, pero que termino siendo un viaje muy particular. Mencionaré sólo aquellos instantes que se puedan contar. A lo mejor, algún día, contaré también aquellos otros.
Lo que escribiré corresponde a una fantástica travesía que no he olvidado nunca y que ha permanecido latente en mis recuerdos. Tuvimos la oportunidad de embarcarnos en una espectacular nave espacial, en una aventura por nuestro universo. ¡Que bellos!. Que emocionantes y preciosos recuerdos, que espero que ustedes también los disfruten o quizás lo estimulen a embarcarse en sus propias aventuras por la vida. Por algo se dice que sólo somos pasajeros en éste mundo y que siempre estamos viajando o sólo en tránsito de un viaje a otro.
Les contaré de un aspecto que ha quedado marcado a fuego en mi memoria, y que fue la oportunidad de interactuar con el Comandante. Un anciano muy entusiasta y muy elocuente, con la energía y vitalidad de un adolescente.
Parte importante del resultado y de lo mágico que resultó ese viaje fue el hacernos parte de la tripulación, aún cuando nosotros nos considerábamos inicialmente sólo “pasajeros”.
Posteriormente nos confesaría nuestro Comandante, que los viajes para que resulten y lleguen a buen término, todas las personas “embarcadas” deben necesariamente ser parte de la tripulación. No era amigo para nada de los denominados “polizontes”. El nos decía: Los polizontes, si no se convierten en tripulación, deben ser sacados rápidamente para eliminar peso innecesario que sólo hace disminuir la velocidad de la nave.
Desde luego, este mensaje también constituyo un estimulo adicional de querer ser tripulación y no “pasajero”, que dicho sea de paso para nuestro capitán lo de pasajero le sonaba muy cercano a polizonte. Y claro está, no queríamos ser un objeto flotando en el espacio infinito o quedar abandonado en algún planeta desconocido.
Y así les contaré que se inicio nuestra espectacular aventura. Viaje que generó aprendizajes que se han constituido en enseñazas relevantes para mi vida, que me han permitido ser algo más efectivo y sobre todo entender que nuestro Padre Supremo no ha dado la vida para disfrutarla.
En el viaje nos encontramos con muchas sorprendentes sorpresas, algunas fantásticas y otras…que ya les contaré.
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